Cuánta gente se habrá preguntado qué son y qué esconden esos extraños cuadrados con puntos negros y blancos que invadieron la ciudad como hongos. Aparecen en carteles publicitarios, en trenes, subtes y estaciones, en publicaciones, programas de televisión y hasta pegados sobre un envase de cualquier producto. Parecen todos iguales, pero no es así. Son los códigos QR (quick response, respuesta rápida, en inglés), gráficos bidimensionales que almacenan información que sólo puede ser descifrada a través de un teléfono inteligente, o smartphone. Cada uno contiene una información distinta, tal vez un vínculo a una página web, tal vez un video, una canción o un simple mensaje.
Están revolucionando la publicidad callejera, ya que son un enlace entre el mundo real y un contenido web. Para poder usarlos es necesario descargar una aplicación al celular que permita su lectura. Luego será cuestión de enfocar el código con la cámara, escanearlo y listo. La información detrás del gráfico se revelará en la pantalla. Y de ser un link o una dirección url, se necesitará Internet para poder acceder a ese contenido.
"El código QR es la evolución de un código de barras, pero con mucha mayor capacidad de almacenar información y que sólo podés leer con un celular inteligente en la medida en que tenga cámara. Justamente por eso las mayores aplicaciones son más por una cuestión de marketing o de posicionamiento que por la respuesta real que vaya a tener", dijo a LA NACION Enrique Carrier, analista en mercado de telecomunicaciones. Según apuntó, el uso de los QR en el país explotó en los últimos meses de la mano de la creciente popularidad de los smartphones.
A la hora de las limitaciones, insistió en la idea de que muchos no saben usarlos y que en muchos sistemas operativos móviles (iOS de iPhone, Android, etcétera) para poder escanearlos hay que bajarse una aplicación, para poder leerlos. "La masa crítica que lee QR es tan baja que muchas ideas no terminan llevándose a cabo", admitió Bertagni.
La incursión de Coca-Cola Argentina en el uso de los QR es reciente. Así lo afirmó su marketing manager, Katzi Olivella, quien dijo que la idea de la empresa es generar algo nuevo en la comunicación, si bien no todos los usuarios cuentan con esa aplicación. "La vía pública es muy transitada y por eso queremos ofrecer un poco más de mensaje de lo que cabe en un afiche. Y desde el código podemos generar un vínculo virtual, una relación más fluida con la marca y fortalecer la preferencia. Decirles a los jóvenes que los entendemos y que hablamos su idioma", dijo.
Por eso, con cada bebida gaseosa buscaron un diálogo diferente: Coca-Cola incluye, tras los códigos, geolocalizadores que ubican los puntos de venta más cercanos a donde el usuario esté. Fanta, en cambio, como propone la diversión como estilo de vida, permite acceder a una aplicación con dos juegos para el celular. Y Sprite linkea directamente a su página web, en la que se puede "tunear" una foto.
La cervecería Quilmes fue una pionera en el uso de QR, con una primera acción en mayo pasado en el Quilmes Rock y actualmente con la campaña "Historia de la amistad", en la que a través del código QR los usuarios acceden al sitio y pueden subir una frase sobre la amistad.
"Más que nunca, la gente está dispuesta a experimentar nuevas formas de encontrarse, ya sea con otras personas o con contenidos que les son relevantes. Los códigos QR son una nueva opción en este sentido. Es un recurso muy interesante para comunicar porque les suma valor a los medios más tradicionales. Por ejemplo, desde un afiche en la calle el usuario puede ir a un video, una página web o una aplicación en Facebook", dijo a LA NACION Ricardo Fernández, vicepresidente de marketing de Quilmes.
La empresa Monedero, en tanto, incursionó con un sistema de compras a través de códigos QR: se llama Monedero online y permite hacer pagos a través del teléfono celular en algunos restaurantes y cines, y comprar, por ejemplo, entradas para espectáculos.
Carrier mencionó otro uso posible para los QR: crear un código propio -se puede hacer fácilmente en distintos sitios web- que contenga datos personales para después colocarlo en una tarjeta de presentación. De esa manera, quien recibe la tarjeta puede leer este código con su teléfono celular y automáticamente va a tener ingresados estos datos en su agenda telefónica. Sí, así de práctico.
Pero... "¿sirve poner un código en un soporte donde estás pasando con el auto? -se pregunta Bertagni-. El recurso debe potenciar una idea, rara vez se da al revés".
Para Carrier el uso de los QR se va a difundir más por el boca en boca que por una campaña puntual. Pero destacó un dato no menor: en los primeros tres trimestres del año, de los nuevos celulares que se vendieron en el país uno de cada cuatro fue un smartphone. Un elemento indispensable para que los QR no sólo sean un enigmático gráfico en blanco y negro..